Quizás al ser mi primera vez viviendo una experiencia de apertura de Socialab en otro país, esto me está quitando el sueño más de la cuenta. Hace un mes se me vino a la cabeza la idea de venir aprovechando el verano chileno y aquí estoy, desvelada en mi quinto día en Guatemala. He aprendido muchas cosas nuevas y revivido varias que ya sabía pero estaban dormidas. La mayoría – más que por partir el trabajo muy temprano y terminarlo muy tarde – simplemente por estar, por recibir y contener todas las energías que confluyen cuando pareciera que algo muy lindo se va a venir.
En Guatemala Socialab se abrirá gracias a seis voluntades, seis personas y seis historias. Podrán imaginar el caos que ha sido, aunque eso a nadie le sorprende. Lo hermoso es ver que aquello que los une es un propósito que los emociona, los indigna y los desgarra; pero que inmediatamente después los revive con una visión optimista que los vuelve a conectar nuevamente con el rol de protagonistas de un cambio que no han esperado que otros lideren, y que ellos mismos quieren empezar. Todo de cara a un país por el que vienen luchando hace mucho tiempo desde sus propias trincheras. Un país que con más de un 60% de población indígena tiene un racismo enquistado, una pobreza altísima y una corrupción que lo debilita.
Podría camisetearme a fondo con la organización y decirles que ese optimismo es Socialab. Sin embargo, aquí confirmé algo más lindo aún: Socialab no es nada concreto, sino más bien el significado que cada uno le quiera dar. La excusa de la que cada uno de nosotros puede aferrarse para no esperar mañana y actuar hoy día mismo. Un pretexto para hacer eso tan amplio que muy a propósito decimos que hacemos que es “buscar soluciones para un mundo mejor”.
Ahí en ese camino Socialab va tomando cuerpos, encarnando historias, haciendo volar sueños, cumpliendo metas. Llorando nuestras penas y celebrando nuestras alegrías. Durmiéndose en el cansancio y recargándose de energías. Socialab es nuestro presente, el cómo nos relacionamos con y entre nosotros mismos, el cómo nos relacionamos con nuestros entornos. En Guatemala hoy es el Ch’umilal. Aquello que los mayas entienden como el propósito que los hace dignos, y espero de todo corazón que en muchas otras partes sea un propósito igual de lindo. Para nosotros Socialab está, para algunos estará y para otros terminó. Eso al final pareciera no ser relevante, mientras lo demás siga moviéndose en una sintonía positiva.
En Chile el Socialab que yo vivo partió el año recargado por desafíos gigantes para mí y mi gran equipo, lo increíble es que aquí en Guatemala logré recargarle e inyectarle una energía única a ese significado que hace casi 5 años me tiene trabajando por lo mismo. Ese significado que llega cuando no nos dejamos de mezclar y de mirar. Ese significado que llega cuando los que estamos hace más tiempo operando el método, no le restamos valor a la experiencia que les tendería una mano increíble a los que llegan; y cuando los que empiezan no le restan valor a la fuerza y potencia que nos pueden dar para volver a ese propósito. Al Ch’umilal que siempre está, pero que de vez en cuando es urgente poner por delante de todo para revitalizarse.